Las telas de araña son una de las trampas mortales mejor
diseñadas del reino animal. Gracias a ellas las arañas pueden atrapar
fácilmente a sus víctimas y alimentarse de manera muy eficiente sin gastar
apenas energía para cazar. Cuando un insecto choca contra una tela de araña, se
queda pegado a ella sin posibilidad de escapar. Aparte de utilizarla para cazar
y envolver a sus presas, las arañas emplean sus telarañas como un poderoso
material de construcción. Así pues, si tan potente es el pegamento de la telaraña,
¿cómo logra la araña no quedarse pegada en su propia trampa?
Lo cierto es que las arañas no son inmunes a su propio
adhesivo, pero sí conocen perfectamente la ingeniería de su trabajo: no todas
las partes de la tela son pegajosas. Mientras que los hilos colocados en
espiral están elaborados con un tipo de seda pegajosa, los radiales que parten
del centro a los extremos carecen de adhesivo, y es por esos hilos por donde
deben moverse únicamente las arañas. Además, el área de contacto de sus patas
es muy pequeña, por lo que en caso de error el pegamento no las atrapa con la
misma fuerza. Para mayor seguridad, las arañas cuentan con una glándula que les
permite detectar la composición del hilo que pisan.
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